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Las selvas tropicales absorben más CO2 del que se pensaba

EL MUNDO 06/03/2009

A quienes buscan una solución al cambio climático la naturaleza le ofrece una que está inventada y que sale gratis: los árboles. Un estudio publicado en la revista científica 'Nature' prueba que los bosques tropicales son un almacén de CO2 más eficaz de lo que se creía.
En las últimas décadas, los gigantes de la selva están creciendo a un ritmo más rápido y también ha aumentado la cantidad de dióxido de carbono que sacan de la atmósfera. Como es sabido, las plantas toman CO2 del aire para crecer, incorporando el carbono (C) a sus tejidos y devolviendo el oxígeno (O). Esto hace que funcionen como lo que se llama un 'sumidero de carbono', pues ese elemento permanece fijado en forma de madera.
Lo que ha sorprendido a los investigadores es constatar que la fijación de carbono también ocurre en los bosques maduros, lo que solemos llamar selvas vírgenes. Durante tiempo se pensó que en los bosques maduros se daba un equilibrio en el intercambio de materiales. Los árboles jóvenes crecen más que los ancianos y en los bosques muy antiguos era tanto el carbono que se fijaba por el crecimiento como el que se liberaba al morir ejemplares.
Pero esta idea provenía de observaciones en áreas templadas. Al parecer, el trópico es distinto. Trabajos en las selvas de América y Asia habían demostrado que allí los bosques viejos capturan carbono con toda rapidez. Ahora, se ha probado que lo mismo ocurre en África.
Para verificarlo, los autores han medido periódicamente el crecimiento de 70.000 árboles situados en 79 áreas vírgenes de 10 países africanos. Las series de datos llegan a 40 años. De este modo, han constatado que los árboles de las selvas maduras atrapan cada año unas 0,6 toneladas de carbono por hectárea.
Simon Lewis, experto en clima de la Universidad de Leeds que ha dirigido el estudio, declaraba al diario The Guardian: «Estamos recibiendo un subsidio gratuito de la naturaleza. Los árboles tropicales están absorbiendo el 18% del CO2 proveniente de la quema de combustibles fósiles que el hombre añade a la atmósfera cada año, y están suavizando el ritmo del cambio climático».
Para Lewis, la cantidad de dióxido de carbono absorbida por las selvas tropicales vírgenes se eleva a 4.800 millones de toneladas anuales, que es la quinta parte de todas las emisiones producidas al quemar combustibles fósiles.
El cálculo proviene de multiplicar la superficie de selvas tropicales del mundo por el ratio de fijación tropical de C02 obtenido en el estudio. Es sólo una estimación, pero muestra la importancia de las selvas para el clima. Por ello los autores piden que los bosques sean tenidos en cuenta en los tratados internacionales sobre clima. El Protocolo de Kioto no tiene mecanismos para retribuir la conservación de las selvas, pese a que muchos países tropicales han pedido algún tipo de recompensa por hacerlo.
Diversas explicaciones
Lo que no tienen claro los investigadores es por qué los bosques tropicales están creciendo tanto. Una explicación sería que se benefician del aumento de CO2 atmosférico acelerando su metabolismo. En ese caso, la falta de otros nutrientes, como el el nitrógeno del suelo, podría hacer que el rápido crecimiento actual fuera un espejismo pasajero.
La otra posible solución es que los bosques que llamamos vírgenes no lo sean tanto y, en realidad, estén recuperándose de transformaciones naturales o artificiales de siglos pasados. Es decir, que aunque a simple vista parezcan venerables selvas intocadas, aún se comporten como jóvenes bosques que evolucionan rápido tras una alteración. Sea como sea, la cuestión es que la ciencia ha probado la función que desempeñan las selvas maduras para modular las alteraciones atmosféricas causadas por el hombre. Un motivo más para elegir muy bien qué madera usamos en nuestros muebles o nuestros parqués.
Las cifras del estudio
Se ha trabajado en 79 zonas de 10 países distintos de África: Gabón, Camerún, República Democrática del Congo, Tanzania, Ghana, Nigeria, Liberia, Uganda, República Centroafricana y Costa de Marfil.
El estudio se ha llevado a cabo midiendo el cambio de tamaño de hasta 70.000 árboles con diversas mediciones anuales de su perímetro. Se han manejado series de datos de 40 años.