25.1.07

Raro video de un tiburón


BBC-MUNDO 25/01/2007

El tiburón de gorguera, una rara especie de pez que pocas veces ha sido visto con vida, pudo grabarse en video en Japón.

Un tiburón de gorguera (Chlamydoselachus anguineus), un raro pez que casi nunca ha sido visto con vida debido a que vive por debajo de 600 metros de profundidad, fue avistado por pescadores cerca de Shizuoka, al sur de Tokio.

El animal, identificado como una hembra de 1.6 metros y 7.5 kilogramos, fue llevado por personal del parque marino Awashima hacia una piscina natural de agua salada en donde pudieron grabarlo en video .

Mientras estuvo allí, se le vio nadando y abriendo la boca.

"Creemos que pudo haberse acercado a la superficie porque estaba enfermo o debilitado", dijo un funcionario del parque.

El pez murió pocas horas después de su captura.

El tiburón de gorguera es considerado un fósil viviente, pues la forma de su cuerpo y de sus agallas es similar a la de tiburones prehistóricos que vivieron hace 350 millones de años.

El animal ha sido visto en otras ocasiones, la mayoría de las veces cerca de aguas de Japón, aunque esas pocas veces casi siempre aparece muerto después de enredarse en redes pesqueras.



23.1.07

Los primeros dinosaurios voladores eran biplanos

EL PAÍS. 23/I/2007

Los primeros dinosaurios voladores tenían alas en dos niveles, similares a los aviones biplanos empleados en la I Guerra Mundial, como el legendario aparato pilotado por el Barón Rojo y que hoy en día están en desuso, según revela un estudio divulgado por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. En un principio, se había pensado que planeaban como libélulas.

"Los antepasados de los pájaros modernos eran probablemente pequeños dinosaurios con plumas que vivían en los árboles y que desarrollaron alas para planear entre las copas", explica el estudio.

El informe precisa que ésta es la principal conclusión de un nuevo análisis de los restos fósiles del Microraptor Gui, uno de los primeros dinosaurios planeadores y que habitó la Tierra hace 125 millones de años. El análisis inicial de los fósiles encontrados en China sugirió que el Microraptor extendía sus patas lateralmente y abría sus alas en tándem, como si fuera una libélula.

Con una simulación informática

Sin embargo, los científicos Sankar Chatterjee y Jack Templin, del Museo del Departamento de Geociencias de la Universidad Tecnológica de Texas (EE UU), señalan que su nueva evaluación de las articulaciones de las patas de los animales así como la orientación de las plumas indican que la posición en tándem no les habría permitido elevarse ni caminar sobre el suelo.

En realidad, según los científicos, las patas traseras de los Microraptor estaban ubicadas debajo del tórax lo que les permitía tener las alas similares a los antiguos aviones biplanos. En su informe sobre el estudio, los científicos indican que una simulación informática demostró que el dinosaurio alado podía subir y bajar en el aire en una operación ideal para recorrer las copas de los árboles.

Según los investigadores, se desconoce si la fase similar al biplano representó un origen para el vuelo de todas las aves modernas o sólo una derivación fallida, aunque sugieren que la mayoría de las evidencias fósiles apuntan a la primera de estas opciones.

21.1.07

«Las bacterias están en la base de la vida, no están ahí para fastidiarnos»

ABC 19/I/2007

DANIEL MEDIAVILLA
VALENCIA. El pensamiento ortodoxo y previsible no va con Lynn Margulis. Ayer por la tarde en el auditorio del Museo de las Ciencias, la catedrática de Geociencia de la Universidad de Massachusetts-Amherst, antes de comenzar con su conferencia titulada «La evolución de la vida en los océanos», se negaba a realizar ningún tipo de declaración para las televisiones que se habían acercado a recogerlas. «En la televisión no se puede aprender nada», decía mientras negaba con la cabeza ante varios periodistas estupefactos. Después, cuando la conferencia ya había comenzado, continuó ejerciendo como «azote de la caja tonta». «Vamos a apagar todas las luces del auditorio -dijo poco antes de mostrar un video- hasta que las cámaras no vean nada y la gente vea todo».
Alabada como científica genial por muchos, pero también con un buen número de detractores, Margulis realizó aportaciones fundamentales para comprender cómo dio la vida los primeros pasos. Una de ella es la de descubrir que hace dos mil quinientos años, varias bacterias, cada una con sus funciones particulares, se reunieron para formar las primeras células con núcleo, de las que todos estamos compuestos.
Las bacterias no son malas
Ante una audiencia numerosa la microbióloga estadounidense trató de explicar cómo se producían estos procesos, acompañando las imágenes de esos componentes básicos de la vida con provocativas imágenes. «Todos los bichos estamos compuestos de otros bichos» afirmaba reivindicando su manera de entender la evolución en la que estos organismos son básicos. «Hay una percepción muy errónea según la que se cree que las bacterias son unos elementos patógenos que están ahí para fastidiarnos y no es así. Las bacterias son esenciales para el mantenimiento de la vida y están en el origen de la vida compleja».
Poco después, para explicar la simbiogénesis, su teoría para explicar cómo se ha producido la evolución, defendía sin problemas que uno más uno es uno; al menos en biología. Frente a los que hablan de una selección de mutaciones positivas para explicar cómo los seres vivos van ganando en complejidad ella prefiere una forma de trabajo que podemos considerar de colaboración. «De las mutaciones sólo aparecen especímenes defectuosos, los cambios positivos se producen cuando tiene lugar un intercambio de genomas», señaló Margulis. Para que esto sucediese, las células abrirían las membranas que las protegen del mundo exterior. Después, sus núcleos con su carga genética realizarían un intercambio del que aparecería un espécimen mejor.
Extinciones masivas
«La vida -dice Margulis que desde 2001 forma parte del claustro de doctores de la Universidad de Valencia- es un proceso, es continua. Ha habido muchos desastres que han producido grandes extinciones, pero siempre se ha mantenido una continuidad».
Por cada ser vivo, hay 1000 desaparecidos. En total, 30.000 millones de especies extinguidas en casi 4.000 millones de años de historia. Y entre esos seres vivos, los humanos, que desde el punto de vista de Margulis -por supuesto, desde el punto de vista biológico- no tienen nada que hacer en competencia con las bacterias. «Ellas estaban aquí mucho antes que nosotros y permanecerán después de que nos extingamos, algunas se adaptan a las aguas contaminadas y resistirían a una guerra nuclear», ha dicho en alguna ocasión. Los humanos, sin embargo, según Margulis, estamos condenados a la extinción.
Esta forma de ver el proceso de la vida se encuadra bien dentro de la teoría de Gaia, según la que la vida fomentaría y mantendría unas condiciones adecuadas para sí misma. Margulis reconoce que la actividad de los hombres están transformando los ecosistemas en los que viven, pero a lo largo de la historia se han producido cambios mucho más acusados. Un ejemplo es la gran extinción del Pérmico-Triásico en el que cerca del 95 por ciento de las especies marinas y alrededor de un 70 por ciento de los seres vivos terrestres desaparecieron. Las bacterias, con una capacidad metabólica muy superior a la de los seres vivos complejos -se han descubierto algunas capaces de sobrevivir en terrenos contaminados por vertidos nucleares-, se las arreglaron.
«Vivimos en un mundo bacteriano», señaló ayer Margulis. Una característica que, de momento, sólo se puede atribuir a la Tierra. «No se sabe si hay otro igual, pues no desconocemos la presencia celular más allá de nuestra biosfera», dijo, tocando otro de los asuntos que siempre han interesado a esta mujer, miembro de la Academia de las Ciencias de EE. UU. desde 1983.

20.1.07

Las huellas del Neanderthal


Ningún científico, ningún paleontólogo, se ha atrevido hasta la fecha a establecer de una forma seria que el Homo sapiens y el hombre de Neanderthal llegaran a cruzarse, a pesar de convivir por casi toda Europa durante más de diez mil años, tras la llegada progresiva del hombre moderno a tierras europeas, hace más de 45.000 años, procedente del África Occidental y a través de Oriente Próximo.
Tampoco se ha atrevido ninguno, de manera tajante, a asegurar lo contrario. Aunque todos los estudios genéticos realizados sobre restos fósiles de la época indican que ambas especies no llegaron a mezclarse: hasta donde se sabe, el hombre moderno no tiene un solo gen procedente del neandertal.
Sin embargo, con todas las cautelas que impone la Paleontología, el profesor Joao Zilhao, de la Universidad de Bristol, tras el análisis detenido de los fragmentos de cráneos hallados entre 2002 y 2005 en el yacimiento de Petera Cu Oase, en Rumanía, asegura que dichos restos fósiles presentan algunas características comunes al ser humano actual y al hombre de Neanderthal. Se trataría de un «cráneo puente» entre ambas especies.
Publicado su trabajo en el último número de la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences» (PNAS), Zilhao afirma que estos rasgos comunes «podrían ser la prueba de una mezcla con las poblaciones neandertales a medida que el hombre moderno se propagaba por todo el continente hacia la Europa Occidental».
Estructura ósea
Dichos rasgos comunes se agruparían en «importantes características que no se presentan en la estructura ósea de la cabeza de los seres humanos modernos», como el achatamiento frontal, una protuberancia mastoidea excesivamente pronunciada, o unos molares superiores cuyo tamaño corresponde a los neandertales.
El profesor Zilhao y su colega Erik Trinkaus, de la Universidad de Washington, han encabezado los estudios realizados por científicos europeos y estadounidenses sobre los restos fósiles hallados en Petera Cu Oase, en el suroeste de Rumanía, y su comparación detallada con otras muestras halladas en Europa procedentes del mismo periodo del Pleistoceno.
Un conjunto de fragmentos craneanos, identificado como «Oase 2», fue datado con una antigüedad de más de 35.000 años, en tanto que a un segundo conjunto, esencialmente diversas piezas de una misma mandíbula, se le adjudicaron más de 40.500 años.
Ambos grupos de restos fósiles corresponden a hombres de aproximadamente la misma edad, y constituyen el conjunto craneano de un hombre moderno más antiguo que haya sido hallado jamás en Europa, según el equipo investigador, así como la mejor imagen posible sobre su apariencia.
En este sentido, otro informe, publicado la semana pasada por la revista «Science», señalaba que los primeros seres humanos modernos se establecieron en el este de Europa, a orillas del río Don, unos 400 kilómetros al sur de Moscú. Se trataría, según John Hoffecker, uno de los autores del estudio, de las evidencias más antiguas -unos 45.000 años- de la presencia del hombre moderno en Europa.
Características mixtas
El equipo científico encabezado por los profesores Zilhao y Trinkaus sostiene que los restos encontrados en el yacimiento de Oase revelan características morfológicas mixtas, o híbridas, entre el actual ser humano y el hombre de Neanderthal. Algunas de estas características no se presentan en los descendientes del Homo sapiens.
El profesor Zilhao considera que estas diferencias plantean importantes interrogantes acerca del desarrollo morfológico de los seres humanos. Admite que tal vez «podrían ser el resultado de una regresión evolutiva, o puede que sean el reflejo de una muestra paleontológica incompleta de la diversidad humana en el Paleolítico Medio». Sin embargo este científico de la Universidad británica de Bristol se inclina por pensar que pueden constituir la prueba de que neandertales y hombres modernos se mezclaron.
Rasgos morfológicos
Los rasgos morfológicos que presenta el cráneo de Oase pudieron ser el resultado de características arcaicas conservadas de los neandertales, en forma de combinaciones especiales surgidas de la mezcla de rasgos procedentes de distintos conjuntos genéticos.
En cualquier caso, Zilhao estima que este cráneo se suma a un conjunto, ya conocido, de pruebas fósiles, genéticas y arqueológicas que indican una importante interacción cultural, e incluso biológica, entre las poblaciones neandertales y los grupos de hombres modernos que accedieron a Europa hace 45.000 años.
Su colega Trinkaus, por su parte, considera que «técnicamente, el cráneo hallado en Oase es un cráneo humano, pero los hombres, tal como ahora somos, hemos evolucionado considerablemente desde entonces». Tal vez, como piensa Zilhao, signifique mucho más.

!!Ya estamos de vuelta!!

Después de un período de problemas en el que no han podido actualizarse, LAS NOTICIAS DE LA WEB DE LA BIOLOGÍA FÁCIL vuelven de nuevo. Perdonen las molestias y espero que sigan siendo de su interés.
M.A. de Medina.